En la antigua Roma,  los espectáculos políticos eran el pan nuestro cada día. Y el gran monumento a este misero engaño era el Coliseo. Donde los gladiadores salían a la arena con un público exaltado, posaban firmes frente el César, gritaban «Ave, Caesar, morituri te salutant», y comenzaba la lucha. Entre 15 y 20 min. de lucha feroz, sin piedad contra el adversario, hasta que uno caía rendido al suelo por las heridas recibidas.  El ganador miraba al público, esperando el bullicio del público,y el Cesar con su tedioso dedo en el aire, dictaba sentencia. Era la cortina de humo a los problemas gubernamentales del Imperio.

Empieza el último año de legislatura, aunque no tenemos un Circo Romano, ni un Coliseo, tenemos un parlamento con mayoría absoluta del PP.  No habrá lucha de gladiadores ni leones, en este nuevo circo casto, más de miliki y fofito, pero tenemos a un funambulista de las palabras, el Gran Rafael Hernando, el nuevo Portavoz del Gobierno. Un payaso de traje y corbata con dotes de hipocresía y vanidad, con una forma de expresarse propia del mejor gladiador (payaso de circo), dando hachazos insultantes e inmorales a quien está en contra de sus principios.